Pre-textos.


El simple hecho de quedarme dormido por la mañana y retrasar todos mis planes, esa nimiedad, no es pretexto.

Desear estrenar algo toda la semana y al final darme cuenta que mis expectativas eran muy altas para terminar decepcionándome, no es pretexto.

Que el carro me deje tirado en medio del tráfico cuando el sol apunta desde lo alto con certeros rayos letales directo a tu cabeza, tampoco es un buen pretexto.

Ensangrentarme las rodillas
Un mal corte de pelo
Cancelar ese viaje a la playa
Llamadas del trabajo para pedir cosas en día de descanso
No hablar con nadie
Que todos los aguacates hayan salido prietos por dentro
Que sean las 4 de la tarde y no haya esbozado aún sonrisa alguna
Que la cerveza esté hirviendo
Querer y no poder ayudar a quien tiene una situación dificil
Que no haya internet
Que mi hermano esté enfermo
Que mi perro también

...

Nada de eso es pretexto para declarar este día como aborrecible / indeseado.
El tener la certeza de que tus labios no se encontrarán hoy con los mios, eso si lo es.
Y más que pretexto, es una razón.

Llovizna.

Mi ventana estaba abierta, afuera lloviznaba y una ráfaga de aire fresco entraba
a inundarme los pulmones... a inundarme la vida.
y es que pasada la media noche, el olor de la tierra mojada golpea los sentidos
con la fuerza de una estampida de búfalos asustados.
Me encontraba en una posición casi perfecta, podría jurar haber levitado
a instantes suavemente sobre la cama.
Con los ojos a medio cerrar, a medio abrir,
podía ver racimos verdes en el patio,
árboles fluorescentes que danzaban con un vaivén casi hipnótico,
sus follajes al frotarse continuamente entre si, creaban una serena melodía de antaño.
nubes rosadas y densas al fondo, parecían ballenas de algodón dulce
migrando lentamente a quién sabe donde.

De un momento a otro me hallé en el piso,
Sentado bajo la ventana mirando hacia la cama que momentos antes habitaba..
Donde ahora tú, mujer.., sin saberlo, disfrutas del que creo, será el momento con más paz que habrás de degustar a lo largo de tus bien vividos años.

Para mi lo es...

El solo contemplar tu sueño bastaba para diluirme
y fue cuando el viento entrante trajo un soplo de brisa, las miles de gotas besaron tus mejillas llenas aún de arrebol, tus accidentadas caderas, tu agridulce espalda, esos labios inflamados dónde palpitaba mi sabor, tus pantorrillas, cuello, tu hermoso ombligo, tus senos, como si todas esas partículas de agua se hubieran puesto de acuerdo para intentar lavar mis huellas en tí, "hace falta mucho más que eso para lograrlo" pensaba.

Abriste esos ojos, los que gustan de atraparme y mantenerme prendido, al cabo de unos segundos, cuando tus pupilas pudieron enfocar bien me descubriste mirándote y sonreíste…

"Ven..." dijiste.

Me recosté junto a ti, te abrace, mis labios en tu pelo,  tu cabeza en mi pecho
Nos quedamos contemplando en silencio la llovizna hasta quedarnos profundamente
dormidos.

Al amanecer abrí mis ojos, le busqué, busqué su olor en mi almohada, le sigo buscando.

Humano soy y en el camino andaré.

En 1990 muchas de las carreteras que hoy existen en México aún no se construían, las distancias eran más largas, los tiempos también, hoy en día, siendo consciente y ya todo un adulto (contemporáneo) si te planteas la idea de viajar 35 horas en camión, en verano, sin refrigeración, sin entretenimiento alguno y lo peor, sin baño, es simplemente una locura, una locura enfermiza digna de algún capítulo de Hitchcock, si se la aplicas a un niño de 5 años, este puede resultar traumado de por vida... Hola, mucho gusto, José Contreras, yo fui ese niño.

Sí, las vacaciones fueron geniales, recuerdos de mis abuelos que atesoro fuertemente, el primer contacto consciente con los orígenes de mis padres, mis orígenes después de todo, entendí a esa corta edad que quizá no teníamos en casa muchas cosas en ese entonces, pero viendo la pobreza que reinaba en el pueblo de mi padre, me sentí  muy orgulloso de él, mira que salir y de la nada criar una familia en un lugar totalmente  ajeno, darles casa, alimento, escuela y valores, no cualquiera, en fin. 

(Break para  los sollozos y asearse la nariz)

EL TRAUMA.
Desde ese entonces tengo una aberración a las centrales camioneras, el olor del diesel quemado saliendo de los escapes de los por demás ruidosos camiones me acechó en varias pesadillas, me causa náuseas, hoy en día las cosas son muy diferentes, las carreteras son mejores, nuevas rutas, los camiones son más eficientes con su combustible por lo que emanan menos gases y son menos ruidosos, tienen baño, algunos incluso 2, películas (churros en su mayoría), INTERNET,  incluso tablets para cada pasajero con gran contenido multimedia, aún así, antes de poner un pie en el camión no puedo evitar recordar aquella amarga experiencia, no dura mucho, pero siempre se hace presente.

Me prende mucho la idea de viajar, conocer lugares, gentes, historias, costumbres... pero siempre ha estado esa pequeña barrera mental: El traslado. En febrero me dijeron que tenía que ir a Chihuahua por trabajo, lo primero que pensé (antes de el clima de inseguridad de esos lares, mi estancia o lo que tenía que hacer allá) fue en las 14 horas de carretera, tenía mucho que no viajaba tanto tiempo sin escalas, pero para mi sorpresa, fue lo mejor que me pudo haber pasado y justamente casi al inicio de año, me bastó una dotación de buena música y un auto cómodo, las horas pasaron y yo no las sentí, un demonio interno menos.

Y es que con imágenes como esta en la mayor parte del camino, 
¿Quíén puede seguir pensando en cosas triviales?


Es hora de salir a conquistar los caminos, esas aventuras no se van a generar solas.


Luna llena


El corazón me llena