Humano soy y en el camino andaré.

En 1990 muchas de las carreteras que hoy existen en México aún no se construían, las distancias eran más largas, los tiempos también, hoy en día, siendo consciente y ya todo un adulto (contemporáneo) si te planteas la idea de viajar 35 horas en camión, en verano, sin refrigeración, sin entretenimiento alguno y lo peor, sin baño, es simplemente una locura, una locura enfermiza digna de algún capítulo de Hitchcock, si se la aplicas a un niño de 5 años, este puede resultar traumado de por vida... Hola, mucho gusto, José Contreras, yo fui ese niño.

Sí, las vacaciones fueron geniales, recuerdos de mis abuelos que atesoro fuertemente, el primer contacto consciente con los orígenes de mis padres, mis orígenes después de todo, entendí a esa corta edad que quizá no teníamos en casa muchas cosas en ese entonces, pero viendo la pobreza que reinaba en el pueblo de mi padre, me sentí  muy orgulloso de él, mira que salir y de la nada criar una familia en un lugar totalmente  ajeno, darles casa, alimento, escuela y valores, no cualquiera, en fin. 

(Break para  los sollozos y asearse la nariz)

EL TRAUMA.
Desde ese entonces tengo una aberración a las centrales camioneras, el olor del diesel quemado saliendo de los escapes de los por demás ruidosos camiones me acechó en varias pesadillas, me causa náuseas, hoy en día las cosas son muy diferentes, las carreteras son mejores, nuevas rutas, los camiones son más eficientes con su combustible por lo que emanan menos gases y son menos ruidosos, tienen baño, algunos incluso 2, películas (churros en su mayoría), INTERNET,  incluso tablets para cada pasajero con gran contenido multimedia, aún así, antes de poner un pie en el camión no puedo evitar recordar aquella amarga experiencia, no dura mucho, pero siempre se hace presente.

Me prende mucho la idea de viajar, conocer lugares, gentes, historias, costumbres... pero siempre ha estado esa pequeña barrera mental: El traslado. En febrero me dijeron que tenía que ir a Chihuahua por trabajo, lo primero que pensé (antes de el clima de inseguridad de esos lares, mi estancia o lo que tenía que hacer allá) fue en las 14 horas de carretera, tenía mucho que no viajaba tanto tiempo sin escalas, pero para mi sorpresa, fue lo mejor que me pudo haber pasado y justamente casi al inicio de año, me bastó una dotación de buena música y un auto cómodo, las horas pasaron y yo no las sentí, un demonio interno menos.

Y es que con imágenes como esta en la mayor parte del camino, 
¿Quíén puede seguir pensando en cosas triviales?


Es hora de salir a conquistar los caminos, esas aventuras no se van a generar solas.


Luna llena


El corazón me llena